domingo, 27 de octubre de 2013

Tinkebell

Katinka Simonse es una holandesa en la treintena, de rasgos dulces, voz melodiosa, y que usualmente viste de rosa, color que invita a la ternura.

Conocida como Tinkebell en el mundo del arte, ha sido blanco de incendiarias críticas, particularmente, a raíz de su obra “Mi queridísimo gato Pinkeltje”(2004), título con el que da nombre a un bolso confeccionado con la piel de su difunto gato. Llegó incluso a dar  instrucciones de cómo realizarlo, manifestando como lo había matado rompiéndole el cuello, para más adelante despellejarlo, y posteriormente, cómo lo había transformado en un objeto portable que podría llevar cuando saliese a la calle.

En el 2012, añadió que su gato estaba enfermo y que le parecía que era lo mejor que se podía hacer con él (Al principio había alegado que su gato se sentía deprimido y solo, y que al convertirlo en un complemento podría estar con ella).

A la mencionada obra le han seguido otras tantas, que al igual, parten de un animal liquidado para tal propósito, con la meta de dar lugar a “juguetes” hibridados con partes de perros, gatos, conejos…
Se escuda de aquellos que la tildan de cruel, declarando que ella es una amante de los animales, que mediante sus trabajos realiza una crítica de la mercantilización de las mascotas en Holanda, de cómo se buscan razas puras y bellas, de cómo el animal es visto, a la par, como miembro de la familia y como cosa. Los niños tratan a los perros y a los gatos como juguetes, ella les da un juguete hecho con materia real, al que no es necesario cuidar ni alimentar. Se reduce a algo con lo que jugar.

Ahora bien, si tenemos en cuenta sus intenciones y los efectos que produce su obra, podría decirse que el éxito del mensaje que ha pretendido transmitir ha resultado prácticamente nulo. La gente no ha prestado atención al contenido de su obra, si no a la forma, a la barbarie que reflejan sus creaciones, lo grotesco de sus producciones, la inhumanidad de la que hace gala. Escandaliza, su bandeja de correo se llena de hate-emails…y el supuesto objetivo que da sentido a esas monstruosas creaciones queda relegado a un segundo plano.

Ella misma reconoce que el problema reside en un choque de mentalidades, la sociedad tiene una “norma” forjada cultural y socialmente a lo largo de los años, que define lo que es ético o lo que es brutal, condenable. La adorable Katinka sigue otras pautas, le entran ganas de vomitar al ver a alguien comer una hamburguesa en el McDonald´s e imaginarse el proceso por el que ha pasado ese animal antes de ser comida triturada.  

Con un noble fin en mente, esta joven neerlandesa, sin miramientos, termina directa o indirectamente con la vida de animales para producir arte y crítica. Las galerías exponen sus obras, da conferencias, y ningún organismo con poder censura sus trabajos.

En el mundo del arte operan leyes diferentes de las que funcionan en otros ámbitos. Tinkebell al barnizar su producción con una finalidad artística, logra una consideración diferente de la que tendría una persona que no relacionase esa misma actividad con el Arte. Si ese fuera el caso, no serían tan permisivos con ella, y sería una mera sádica que, desprendida de su sensibilidad, puede sonreír con candor mientras fusiona un coche teledirigido y un perro.





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