¿Qué diríamos si
encontramos a unos tipos cadavéricos, armados de pinchos hasta los dientes, y
con gasolina necesaria para quemar iglesias? Esta, sin duda, es la cara del Black
Metal; esa, o la que pretende mostrar.
BESTE, Peter: True Norwegian Black Metal: We Turn in the Night Consumed by Fire; Vice Books, 2008
Escarbando en terrenos poco habituales, o al menos,
separados de las artes plásticas, el Black Metal es un fenómeno musical un
tanto peculiar; algo que, como Anthony Sciscione señalaría en Hideous Gnosis[1],
“es algo más que cualquier género musical, ya que tanto musicalmente como
temáticamente se encuentra involucrado dentro de una intensidad termal”.
El Black Metal supuso una fuerza revolucionaria con la que
el Rock N Roll siempre quiso contar. Los acontecimientos violentos que tuvieron
lugar en Noruega a principios de los 90, superaron con creces lo que el movimiento
punk había logrado. La quema de 52 iglesias, las profanaciones de más de 15.000
tumbas, suicidio y asesinatos, son solo algunos de los ingredientes que
inundaron las portadas de la prensa noruega. No sin razón, fue tachado de
basura escapista; una pseudo-estética llevada a cabo por adolescentes inseguros
que llevaban maquillaje y que tomaban a Satanás como vía, convirtiendo al
género del Metal en una acartonada parodia de sí mismo y de ideología vacía.
No obstante, existe en la actualidad una cierta consideración
que no duda en afirmar que el Black metal es eminente ideología; filósofos del mundo se afanan en lavar la
imagen de una corriente que consternó a la tranquila sociedad Noruega, haciendo
que algunos de los propios músicos se indignen cuando se les confiere, a sus
actos, una transcendentalidad. Y es que, ese intento a posteriori de teorizar o dar un sentido renovado a un movimiento
mermado actualmente, puede ser, sin duda, muy discutible.
Según estos teóricos ideólogos, si fuésemos a definir el
“grado cero” de la ideología del Black Metal, caeríamos en lo que podría ser un
amalgama inestable que fluctúa entre el egoísmo de Stirner[2]
y el aristocratismo de Nietzsche; un individualismo radical anti-humanitario y
hostil hacia todo tipo de ideologías del presente orden social, comprometido a
crear una “aristocracia del futuro” y autoengendrar una “creatividad de la
nada”. Mientras que el individualismo Stirneriano podría considerarse como
anarquismo, su metafísica racial nacional es, a menudo (que no siempre),
desplegada para volver a re-estabilizarse en una nueva política.
En este sentido, entendemos por política una actividad orientada, en base a una ideología, a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos; o también, como una forma de ejercer el poder con intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen en una sociedad. Sin embargo, ¿qué objetivos puede ofrecer un grupo, acaso, cuya ideología ha sido metida a calzador años después?
De todas maneras, este fascismo que evoca el Black Metal se vuelca, curiosamente, en una especie
de venganza descontextualizada contra la iglesia. Esto da lugar a ciertas incoherencias entre práctica y teoría; cara al
exterior, el Black Metal solo es una vaga práctica persecutoria contra el
cristianismo, cuyos propósitos no están del todo claros. De hecho, la confusa sociedad
noruega, no comprendió los actos de una organización tan desorganizada que,
desde la ignorancia, mezclaron satanismo, religión, política, cultura y
nacionalismo en un pastiche sin sentido que rayaba el absurdo.
Y esto, sin duda, más que sus
canciones machaconas y calidad cuestionable, es la faz grotesca y ridícula que muestra públicamente el Black Metal; una especie de sublimidad inversa hegeliana en la que se muestra cómo las bases de una supuesta ideología fundamentada, fallan ante una práctica distorsionada que cae en un cierto pintoresquismo estético. Efectivamente, el Black Metal, se auto-evidencia a sí mismo como un hecho anecdótico que desemboca en un amasijo de calles sin salida más que responder a un fenómeno musical.
[1] 'Gnosis horrorosa' es un simposio de seis horas de teoría sobre 'black
metal' que tuvo lugar en un local de Brooklyn (Nueva York) en
el 2009. Nicola Masciandro editaría un
libro, bajo el mismo título, que recoge las ideas de los trece autores
partícipes en esta conferencia.