En 1993, el Whitney
Museum for American Art organiza una exposición bajo el título de “Abject Art: Repulsion and Desire in
American Art”, que recoge no sólo obras actuales, sino también piezas
pasadas. Todas ellas suscitan en el
receptor sensaciones nauseabundas, provocando no pocas veces escalofríos. El
menstruo, las heces o el esperma son elementos que resultan de gran atractivo a
los practicantes de esta corriente artística.
La base teórica, sobre la cual se sustentaron muchas
de esas manifestaciones que cobraron popularidad en los 90, la aportó Julia
Kristeva con su ensayo sobre lo abyecto. “Powers
of Horror” se publica en 1982 en inglés, y se centra en el concepto de
lo abyecto y sus implicaciones, tomando como punto de partida las teorías de
Sigmund Freud y de Jacques Lacan. Según Kristeva, “lo abyecto” hace referencia a la respuesta
humana que se da cuando surge la amenaza de una ruptura de significado derivada
de la perdida de distinción entre sujeto y objeto, o entre “Yo” y el “Otro”.
“Lo abyecto” te lleva a un lugar donde los significados se derrumban, una
antesala del campo de lo simbólico. Es de naturaleza arcaica, nos conmina a
establecer límites entre lo propio del hombre y lo animal; se utilizó para
establecer una cultura separada del mundo animal, identificado con el sexo y el
asesinato. A nivel individual, marcará la etapa en la que nos vemos como
entidades propias, escindidas de la madre, con unos límites reconocidos entre
el “Yo” y la “madre”. Es un requisito previo para el narcisismo, que aflora
cuando definimos las diferencias primarias.
Tiene que ver
con aquello que afecta a la falta de orden, de límites, de reglas, aquello que
hace patente la fragilidad de la ley (como es el caso de los crímenes de
Auschwitz)
A su vez, asocia “lo abyecto” con el rechazo a la materialidad de la
muerte. Un cadáver, una herida sangrante y purulenta, la podredumbre, etc. nos
golpean con la idea de nuestra propia muerte. No se trata de un conocimiento
acerca de la muerte, sino de una experiencia directa que te muestra que estás al
borde de tu condición de ser vivo. Kristeva dirá: “El cadáver, contemplado sin Dios y desde fuera de la ciencia, es lo
más abyecto. Es la muerte contaminando la vida. Abyecto”
Paradójicamente nos vemos atraídos hacía lo abyecto
y, experimentamos cierto placer de naturaleza muy distinta al que emerge con
los objetos de deseo. Lo enlaza con la catarsis poética, que es un proceso
impuro que nos protege de lo abyecto a fuerza de sumergirnos en ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario