lunes, 21 de octubre de 2013

¿Animalada o concepto?

         Faltan aún unos siglos para entender las grandes vanguardias de principio de siglo y aún más para entender que la imagen de un perro muerto es menos impactante que el perro muerto en sí mismo. A esto se le llama conceptualismo. El conceptualismo, en ocasiones, puede caer en el absurdo más absoluto; se trata de transferir un concepto que, por limitación de la materia, resulta fútil; y es que la materia inevitablemente degrada al concepto debido a su carácter matérico, valga la redundancia. Pero, lejos de abandonarlo, a pesar de sus limitaciones, se sigue insistiendo. Tomar un objeto de la vida cotidiana y descontextualizarlo, o lo que es lo mismo, recontextualizarlo, ya era practicado por Duchamp, considerado el primer conceptual (aunque podemos considerar que Goya o Velázquez, ya practicaban los prolegómenos de lo que posteriormente sería conceptual-art)

        Este mismo año, a finales de febrero, en Madrid, se dio el curioso caso que susctitó la primera exposición del artista brasileño, Vitor Mizael, en Europa. Digo curioso porque, un tema que debería estar superado, sin embargo, no lo está; como si no hubiera más muerte en la realidad cotidiana, la muestra del artista hirió la sensibilidad de muchos, quienes arrugaron la nariz ante una apología de la muerte que utilizaba "sin venir a cuento" cadáveres de perros. Como no podía ser de otro modo, se inició la discusión, paseándose de red social en red social con motivo de su censura; todo escrito estaba de acuerdo en que había que, como si estuviéramos en plena inquisición, castigar a los artistas herejes por insensibles, deshumanizados y desalmados; había quien incluso acusaba al artista de asesino.

        ¿Para qué andar haciendo un perro hiperrealista pelo por pelo, perder el tiempo en algo que ya la naturaleza "te lo puede dar"? No es morbo por morbo; no responde a una cuestión de gusto o salvajada, como queráis llamarlo; responde a una cuestión de concepto. Eso no quiere decir que el perro, para los más sensibles, haya muerto asesinado por la cruel alma del artista; no como Habacuc, que se le ocurrió la "maravillosa" idea dejar morir de hambre a un perro en una instalación. Pero eso ya es harina de otro costal.

No, de lo que hablamos es de la utilización del cuerpo de un ser que tuvo, en algún momento pasado, alguna relación con la vida, pero que una vez muerto, deja de ser evidente dicha relación. Es una acertada reflexión del tiempo, mucho más efectiva sobre un cuerpo real que sobre la simulación de una muerte. El hiperrealismo conlleva a celebrar y venerar las habilidosas manos del artista, dejando a un lado el propósito del concepto.


         Por otro lado, en museos arqueológicos, cuerpos de momias inundan las paredes, y otros tantos artistas contemporáneos emplean cuerpos humanos reales como esculturas impregnadas de formol y barniz, como un museo de los horrores; y está abierto al público, expuestos en un museo, sin embargo. Eso no quiere decir que el artista haya asesinado a esas personas como consecución de su obra. Al igual que con los perros, hay que pensar que los pobres animales han perecido por cuestiones naturales El hecho de que sea un animal cercano al ser humano, ya saltan las alarmas. Sin embargo, un insecto pinchado en un alfiler no sugiere ningún tipo de malestar; ¿es diferente a la taxiermia o a pinchar las coloridas alas de mariposas en vitrinas?; ¿a caso el tiburón tigre de Damien Hirtst, según esta lógica, no puede ser considerado como “maltrato animal”? Recordemos que el artista encargó exclusivamente la pesca del animal que, por cierto, está en peligro de extinción. No es una cuestión de estética; es una cuestión de eficacia. De todos modos, el arte está para arrojar preguntas y generar discusión. Y desde luego, lo ha logrado.

Vitor Mizael, (2013),Galería 6mas1, Madrid

4 comentarios:

  1. Opino que no deberia utilizarse materia orgánica en el arte. Pero el arte es el arte y es esa precisamente su esencia, que lo que yo opine es irrelevante. Creo que esos perros deberían haber dado su consentimiento primero, por eso no lo apruebo. Un abrazo Bar.

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  2. Yosolobuscabaellavabo.___.1 de noviembre de 2013, 22:48:00 CET

    Siempre entendí la obra de Duchamp(Y quizás me equivoque) como una protesta frente a la banalización del arte, una, digamos, inocentada frente a un público cada vez mas interesado en demostrar y menos en apreciar que otra cosa.

    Entiendo el urinario de Duchamp como algo revolucionario, emotivo, veo desengaño(Al fin y al cabo, creo que la mayoría de la gente coincidirá en algún nivel que una muchedumbre admirando un urinario es francamente absurdo), en esa exposición, veo un enfado considerable hacia un público cada vez mas frívolo que habla mucho, aprecia poco y se rige por modas en lugar de por su propio criterio. Emin(Por citar a alguien) lo lleva mas allá,emula a Duchamp prescindiendo del sentimiento y directamente se aprovecha de estas personas camuflando camas por obras de arte.
    El problema no lo veo en el uso de según que materiales(Fluidos corporales por poner un ejemplo) o el empleo de animales disecados(Desgraciadamente no he encontrado suficiente información sobre el motivo de la exposición de Vitor Mizael como para juzgar si puede entenderse como adecuado y justificable, y no me gusta opinar desde el desconocimiento), si no premiar la utilización de tales elementos por encima de la obra y su significado; quizás sea demasiado purista y corto de miras, pero creo que la obra empieza en la idea, en la intención del artista de expresar algo, no nace de la colocación al azar de un número X de elementos, para mi la obra de arte comienza en la mente del artista, no a posteriori, una vez el proceso de "elaboración" ya se ha terminado y le da un significado porque si. Las corrientes artísticas se basan en aprovecharse de catetos mas preocupados por pasar por entendidos que otra cosa en que en crear arte por el mero disfrute de crear, las obras cada día se asemejan mas a un libro de "crea tu propia aventura", su ambigüedad aumenta a medida que disminuye la intencionalidad del artista por transmitir algo y nadie protesta, se mesan las barbas y hablan de la tensión sexual reprimida del autor.

    Dicho esto, para mi lo grotesco no es pintar un cuadro con menstruaciones y semen u organizar una exposición con cadáveres de perros(Entendiendo que dichos animales hayan muerto por causas naturales y no sacrificados para ser expuestos), lo grotesco es que un cuadro se venda por estar pintado con menstruaciones y semen y las exposiciones se clausuren por la utilización de cadáveres de animales, lo realmente aberrante es que el material de una obra sea mas importante que la obra en si.

    PD: Excelente blog, planteáis cuestiones muy interesantes que dan pie a un buen debate, seguid así. Lamento si me he ido un poco por las ramas, pero a estas horas las ideas se me empiezan a atragantar un poco y el sueño complica poder expresarse con claridad.
    Un saludo.

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    1. De antemano, muchísimas gracias por comentar. Ha sido una sorpresa grata ver que hay gente que se interese por los temas que tratamos y que, además, no le dé corte dejar caer por aquí algún comentario (bastante extenso el tuyo, por cierto). Anima a seguir escribiendo, de verdad.

      Yo no propondría el gesto de Duchamp como emotivo (porque lo hace con una gran distancia), pero revolucionario, sin duda alguna; al reírse de un jurado que se creía “moderno”, muestra la farsa del arte moderno e ironiza la Institución Arte. Pero bueno, hay que puntualizar que él sí podía; podía permitirse el lujo de provocar una reacción, porque, como bien sabemos, cuando se descubrió que el tal R Mutt era él, de repente, el urinario cobro un no sé qué estético; Duchamp ya era un artista consagrado. Y eso que la intencionalidad no era estética ni dirigida al público. Pero al lío, que me voy por las ramas.

      La reflexión concluyente con la que llegas al final me parece, sinceramente, muy interesante. La valoración del material por encima de su significación que propones, es algo que he obviado, porque lo ignoro; tampoco era el propósito de esta entrada, pero me parece genial que lo hayas considerado.

      En mi opinión, no creo que lo que se busque aquí es premiar económicamente la utilización de perros; de hecho, eso me parece un tanto retorcido. Cuando te autoconsideras purista por creer en la idea y no tanto en que una obra debe estar formada por un número X de elementos, creo que (a mi parecer) te contradices. ¿A caso no resulta “puro” utilizar el cuerpo del perro en vez de una pieza, por ejemplo, de latex sintéticas que simulen un perro? Ya no entro en el tema de que a Vitor Mizael le vino una ocurrencia con el cadáver de un perro y luego le diera una justificación, pero si así fuera, creo que ya poco importa. Entiendo que a los artistas a los que te refieres son los que vulgarmente, entre mis colegas y yo, definimos como “tirarse el rollo”; esos personajes que inundan el arte contemporáneo con sus pocas cabezas lucidas pero que, si encuentran al galerista de turno que cree en el “sentimiento” (de forma obsoleta, por cierto), se cotizan como nada. Duchamp, desde el Urinario, amplió las miras del arte, abriendo nuevos caminos de liberación con los que el arte jamás había creído tener; esta libertad, sin embargo, conlleva también a una parte negativa y ambigua que da lugar al auténtico absurdo: el concepto generalizado de que en el arte todo vale.

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  3. He aquí otra opinión acerca de cadáveres expuestos en museos. http://seekhisface.blog.com/2013/11/03/tres-y-un-cordero/
    Por cierto, menciono vuestro blog en el artículo. Un saludo.

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